Crónica de un secuestro

Llegamos sobre las 10:00 horas, mi compañero se fue al extremo de la sala para evitar que nos vieran juntos, después de echarle una ojeada al espacio me dirigí a mi objetivo. 
Estaban ahí intrigados por las desapariciones de sus vecinos, me acerqué con cautela para conversar con Mario Benedetti, él entendió las razones y al parecer estaba más que convencido de la acción, sabiendo que iba a reunirse con la gente a pie de calle, que es mucho mejor que estar en una estantería, así que en este caso más que secuestro, Benedetti se vino adrede; me presentó a unos amigos griegos con los que charlamos un rato sobre el contexto en que están viviendo, y como no, los griegos tan revolucionarios se sintieron honrados de ser rehenes de la revolución de las calles, lo más dificil fue hacerme con el Señor Presidente, flanqueado por novelas de género negro y trama corrupta, fue el gran botín. Salió por su propio pie, asustado, pero le tranquilicé diciendo que la gente es mucho mejor de lo que se piensa. 


Por último, hubo un rehén especial que en alguna ocasión había estado en el Palacio de la Luna, pero que guardaba en su interior la ilusión de un mundo mejor. Le dije que por eso luchábamos, y se vino.

"Todo es adrede y por eso construyen ideologías/basura donde intentan moler las virutas de vida. De la vida. La nuestra. Ah, pero no podrán. También nosotros creamos nuestro adrede. Aposta lo gastamos. Y adrede ya sabemos cómo sobrevivir".

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